
Parece difícil, pero no es fácil.
—Frase favorita de Polo
Aunque a nivel mundial Polo no sea muy conocido, creo que por su importancia en la difusión del origami en Argentina y su influencia en la creación de la Asociación Origami Argentina, merece un lugar destacado entre los maestros del origami.
Polo Madueño nació el 31 de octubre de 1946 en Berisso, provincia de Buenos Aires. Se recibió de arquitecto en la Universidad Nacional de La Plata. En 1976 se radicó en Comodoro Rivadavia, ciudad que sería su residencia definitiva.
Su pasión por el origami viene desde su infancia, y fue trasmitida por su padre, que a su vez lo aprendió de su padre. Pero pronto su mundo se amplió con libros de Solórzano Sagredo y algunos folletos de Ligia Montoya. Su aporte en esta actividad fue muy valioso; el modo particular, su espíritu de niño, hicieron que sus enseñanzas fueran inolvidables. Fue uno de los fundadores de nuestra Asociación Origami Argentina.
Su espíritu curioso lo llevó por muchos caminos: las marionetas, los barriletes, el kitebuggy, todo lo abordaba con una alegría contagiosa. Esa misma alegría es la que nos invade al recordarlo en cada encuentro, entre papeles y pliegues.
De mí puedo decir que soy un viejo plegador. Que me inicié a los cinco años, cuando los plegados se conocían como papirolas o pajaritas, y esa disciplina se llamaba papiroflexia.
Después de su muerte, se fundó en Comodoro Rivadavia la biblioteca «Tata y Polo Madueño» ya que compartía los libros con su padre y que contiene todo su legado de libros relacionados con el origami.
Como parte de su legado, a continuación, transcribimos un artículo suyo que apareció entre los textos de la biblioteca.

Origami según Polo
Origami, papiroflexia, paper folding… Son palabras que en distintos idiomas significan «plegar papel». Pero «plegar papel» no alcanza para significar todo lo que hay detrás de este arte.
Por ejemplo, una máquina de empaquetar pliega papel, pero no hace origami, porque el origami se hace con las manos. Hacer con las manos un bollo de papel es plegar papel, pero tampoco es un origami.
Para hacer un origami se requieren algunas cosas más:
- un papel, casi siempre cuadrado, y
- algunas reglas geométricas que tienes que seguir en el plegado…
Poco a poco vas plegando el papel siguiendo un proceso geométrico que, finalmente, te lleva a una figura determinada. Pero lo importante es que luego puedes repetir el proceso para llegar a la misma figura. Cuando has llegado allí has plegado un origami. Pero, para que sea un origami, aún falta.
El secreto no está en el papel, aunque a veces ayuda bastante, ni en la figura a la que llegas; el secreto está en tus manos, en tu estado de ánimo, y en tu energía espiritual. O sea, según cómo se combinen estos aspectos, le darán a tu trabajo un valor artístico o no. Como saben, las manos son la primera herramienta del hombre. Con las manos la humanidad ha construido todo. Las manos pinzan, anudan, tiran, arrojan, aprietan, tejen, sostienen, acunan, acarician, ayudan, saludan, socorren, escriben, dibujan, pintan, esculpen…
Las manos coordinadas hacen música, dan vida a un títere, hacen origami… es decir, las manos expresan.
La disciplina en el ejercicio y la habilidad son una parte del arte. El sentido y el sentimiento de su accionar no está en las manos; está en el alma del que las conduce, y allí, en ese espacio sutil, es donde nace el arte y es donde se diferencian las manos del dibujante, del pintor, del escultor, del músico, del titiritero, del origamista.
El origami es un arte.
Polo Madueño
